DESPIERTA
¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estas dormido. ¿Qué ocurre cuando estas despierto? No cambia nada, todo ocurre igual, pero tu eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. entonces lo ves todo claro.
Estar despierto es aceptar todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptar todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe, el sufrimiento solo surge cuando te resiste al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o el futuro.
No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estamos creando un sufrimiento que solo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, el miedo, la inseguridad... Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.
¿Qué hace falta para despertarse? no hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
Tu eres esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensando por una idea. El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ella es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo caminos.
Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no ser libre. ¿Quién te tiene que liberar si ni tu mismo eres consciente de tus cadenas?.
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que solo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.
Estar despierto es aceptar todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptar todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe, el sufrimiento solo surge cuando te resiste al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o el futuro.
No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estamos creando un sufrimiento que solo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, el miedo, la inseguridad... Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.
¿Qué hace falta para despertarse? no hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
Tu eres esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensando por una idea. El profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ella es tan mal recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los esquemas, abriendo caminos.
Tenemos miedo a la libertad, a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no ser libre. ¿Quién te tiene que liberar si ni tu mismo eres consciente de tus cadenas?.
Las mujeres se atan a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor ¿Qué amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor adulterado y raquítico que solo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿cómo vamos a saber amar a los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo.
Lo peor y lo más peligroso
del que duerme es creer
que esta
despierto y confundir sus
sueños con la realidad.
Anthony De Melo