La magnitud de la ruptura tardo 24 horas en digerirse, cuando se hizo martes y fue de noche los fantasmas de la ausencia comenzaron adueñarse de todo. Mientras se desintegraban los sueños, se multiplicaban los fantasmas. La risa como cosa del pasado, el llanto lluvia desbordada. 
Aprender a vivir en compañía, fue negarse a vivir en soledad.
El aire se hace denso, los días se hacen largos. y las noches son infiernos de insomnio y melancolía.
Tantos martes, tantos septiembres, y solo aquel, la fecha cualquiera marco el principio de un final en pausas. Ese día empezó lo que terminaba.

R.A.

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