Buceando en mi interior
Comencé el 2020 nadando, literal. El 3 de enero empecé natación. Deseaba profundamente aprender a nadar, saber cómo moverme dentro del agua ... y aprendí. La conexión con el agua es inexplicable, casi surrealista. En parte significó y, creo, significa una forma de volver a vivenciar esos 9 meses dentro del útero materno. Sumergirme, coordinar cuerpo y mente, dos brazadas, respiro. Me empujo, me deslizo. Vuelvo a la superficie, tomo aire, me sumerjo nuevamente. Nadando encontré una conexión única con mi ser, me ayudo a relajar, a calmar mi mente. Durante toda esa hora que estaba en la pileta solo pensaba en nadar. Nada más. Perfecto. Por cuestiones que todos conocemos, tuve que suspender la rutina y siento que me falta todo. Nunca extrañe tanto una actividad como esa. Este 2020 está siendo eso: un constante sumergirme, en el agua, y en la vida... en mi vida, en mi inconsciente, en todas mis heridas .... esas que están bien en el fondo, casi olvidadas. En ese fondo donde no ha...